No ha tardado

Àtá òppí

​Érase una vez un poblado de muchos habitantes. En él había dos mujeres que se querían mucho.

Tuvieron sus hijos con mucha ilusión. Realizaban conjuntamente sus trabajos y se ayudaban mutuamente en el cuidado de sus hijos. Un día, una le dijo a la otra:

— Amiga, cuida a mi hijo. Voy en busca de agua.

Se fue y volvió. La otra le pidió lo mismo:

— Cuida a mi hijo -le dijo. Voy al río a lavar la ropa.

Lo aceptó. Se encargó de cuidar al niño. Se fue y regresó. Al día siguiente comenzó a envidiar a su amiga. Le dijo:

Amiga, voy a la ,nca. Cuida al niño. Duerme. No tardaré. Vuelvo enseguida. Cuida a mi hijo.

— No te preocupes, lo haré -respondió la otra.

Cogió su ropa, y se fue al río. Lavó la ropa. No tardó. Al regresar, no encontró a su amiga en casa, había salido corriendo con el hijo de su amiga a dejarlo abandonado en el bosque. Sorprendida, preguntó a su amiga:

— ¿Dónde está mi hijo?

— ¿De qué hijo me hablas? Lo puse aquí. No se dónde se ha ido. No sé si se ha ido al Este o al Oeste.

— Voy a buscar a mi hijo Rèhe.

— Desde entonces, sigue buscando día y noche a su hijo. De ahí el que se le oiga cantar:

¡No he tardado, no he tardado, no he tardado!…

Sigue buscando a su hijo sin verle. Su propia amiga le quitó a su hijo por envidia.